Apareció en sí de repente como un halo de misterio que llegaba como aire del norte, se acercaron. Ella lloró, le narró sus momentos actuales, él la abrazó y ella entre sollozos, encontró de forma casual y gratificante, un remanso de paz del fin de sus inquietudes, sintió paz.
Sucedían los días, se amoldaron a una vida no vivida, a unos momentos de paz de reflexión y ternura. Se iban conociendo, se iban gustando, pensamiento y actitud de la vida vivida, lleva aprender a estar solo, encausar una nueva vida, una merecida etapa en el camino que desarrollamos, luchar y seguir hacia delante por quien eres y lo que quieres y ante todo conocerse uno mismo , una asignatura pendiente para él.
El miedo a sentirse herido late en sus miradas, acostumbrarse a sentir es complicado cuando te han dado fuerte. Tomar decisiones, enjaular lo nefasto y aprender de lo no sabido arroyo que mece una hoja de nogal, mientras el mirlo con cautela y curiosidad la observa y resiste con bravura el aleteo el aleteo del pez que guarda en sus fauces.
Es una bella historia que sigue su curso y dictamina una forma y u modo de ser.
La foto es Indiana Caba