sábado, 4 de diciembre de 2010

SE PUEDE RAZONAR

-Y vuelta a empezar- eso es  lo que le dijo su padre por segunda vez. Ella no sucumbe ante su autoridad. Son tiempos complicados, pero ante todo no son los tiempos del abuelo, tiempos de respeto horrisono, tiempos de miradas represivas, tiempos de latidos infecundos, tiempos muertos.
Le gustaba salir, jugar con amigas, amigos pero al verlo, eso si en contadas ocasiones, no le llamaba el tenerlo frente a frente, pared irrompible que de gusanos se agrieta y en retorcidas arañas se solidifica.
No es  fácil. Ella toma la decisión de no  verlo, no sentirlo, aunque es parte de su ser, el le dio vida y carácter, No quiere saber nada  lo quiere, lo respeta a su manera pero de forma irreverente prefiere a todas consigo vivir lejos,  fuera de dudas internas. Árbol talado, despoja  un rincón de sombra, cobijo de aleteos y saltos de  vértigo,  no todo es ira y fuego.
El presente con él a su lado no siempre  ha sido rechazo y cautela, no siempre será improbabilidad y deserción. Nunca podrá ser ave que vuela a su nido, su hogar que vacío por el hambre cegador, natural y apremiante, que solloza al contemplar a sus retoños en las fauces del fuerte.
El grado de madurez  es un estandarte de gran peso, ataña el presente y no te aparta de la senda.
Sigue creyendo en ella y catapultando el sentido de él.



                                   La foto es de Eugene  Smith