Los niños correteaban como mandan los "cánones" de su edad. Correr, saltar,caerte,sangrar, llorar y vuelta a empezar un ritual tan sagrado y natural, que recuerda que sigue existiendo la magia de la infancia.Todos hemos formado parte de ese espíritu, aunque siempre había y por suerte los sigue habiendo los que marcaban la puta los "pupas", siempre hermanados con la madre tierra, fusionándose en su certeza y como momias del pasado, forrados en tiritas. Perdió el presente y se tranformó, como el camaleón que cambia para no ser aperitivo de ningún transeunte ocasional, corrió, se enzalzó, en sus historias,fantasías y un sinfin de ocurrencias venidas al momento, fusionarse con sus magulladuras,gritos y como no versar en su criterio, él lo veía compo una forma agradable y recompensada de aparcar la vida extresante y dura del adulto, sentir la vida desde la base del sueño y la fantasía, como Peter Pan, sonreir, por siempre jamás, hasta que Garfio le reclame la realidad.
