miércoles, 11 de mayo de 2011

JAMÁS SE PIERDE

Es algo inherente en ella, jamás se pierde. Ese sentimiento que aviva el corazón y lo hace explotar aunque cabizbajo no encuentres esa luz y ella encandile tu pensamiento, reduzca tu mala onda a la nada y haga sonrojar tu instinto.
Siempre que llueve ella es el soporte para que las gotas solo acaricien nítidamente tu esperanza, cuando el sol quema las entraña, ella es el tónico que rompe el abrasivo canto de  ira, cuando  la niebla  obstaculiza  tu sentido, ella es el paño que absorbe las gotas descendentes que amorfan tu paso.
Todo ese momento es un segundo, es un instante, es un reloj sin cuerda que se detiene en el momento preciso, las manecillas no marcan y el reloj se enverdece en un momento que es una eterna eternidad.
Es un simple gesto, pero necesario para hacer brotar vida del fuego y castillos de los océanos, solo comparable a la sonrisa de un niño que recibe el primer guiño de su madre y la primera sonrisa de su padre.
Verte sonreír es magia para los sentidos, gracias c.




                                                       La foto de Zena   Hollaway