Uno no se da cuenta con el pasar del tiempo, que en no contadas ocasiones, sino en más de lo que uno piensa o siente las cosas, los hechos, las personas, no son lo que son, hacer ver lo que queremos tener delante.
Enmascarar tus sentidos, tergiversar, confundir. El pensamiento da la vuelta a la conciencia. Las ramas soplan en sentido adverso , el cuclillo confunde su movimiento con un reclamo de reposo, resultando ser una tremenda envestida del viento que azota, camufla sus ramas, es una trampa que agolpa a las aves y las hace caer.
El destino como las ramas camufla sus cambios de aire, las personas como las aves buscan ese vuelo, despegue de ideales y encuentras un aire engañoso que les golpea, sucumben y caen en la trampa de la confusión, la duda y la mentira.
Difícil salir de la duda, complejo sentir el cambio e imposible confiar en el engaño reducido a la nada, caminos que se cruzan y acaban golpeados por ramas cambiantes, por el curso del viento, por el corazón confiado.
La foto es de Edward Steichen