La sensación que se siente, que desprendes, solo se puede percibir y describir al tocar y respirar tu cuerpo atrapado frente a mí, en un sauce que descansa perpetuo, impío, tan inmutable como una roca perenne abrupta que tras el jocoso, transeúntico y encolarizado, zumbido de las aguas no se vence, no se apila, sonríe. Las dudas y el sucumbir en las sombras frenan, se evaporan , únicamente al tocarse. Me cuerpo se erizó y no fui capaz de derramar una lágrima casi lo consigues, he pasado la prueba, cuanta fuerza me has demostrado. Vivir cada día, lo que significa tesón ,perseverancia, ser un humano.
Necesita sentir tu espíritu. me has abierto una puerta, como el oso enfurecido, jabtable de su dominio, bravo imbatible, un susurro adormece su naturaleza, en dócil e inteligente mastín te has transformado.
Lo que he vivido contigo lo recojo para mí, lo amoldo a ser yo y lo retrato siempre. Abriste una puerta, la camino con mis convicciones y criterios.
Ya son ocho años pero siempre estarás presente como aquel día, que de niño fui testigo singular, casual y agradecido de tu templanza.
Gracias Andrés.
De momento cada sigue su camino.
La foto es del Parque Grande de Zaragoza