La foto es propia, un bello rincón de Lanzarote
Su rostro me trae paz. Inspirarme en sus sueños voluntad. Caminar a su paso mientras exhala cada segundo de su sueño, ganas de tocar el cielo, bajar a los infiernos y robar del averno la inmortalidad para no dejar de sonreír mientras me apaciguo con la amabilidad que desprende en cada suspiro, aire de monte que renueva cada momento en su pensamiento sensato y orgulloso.
La miel que florece en cada parpadeo de forma inconsciente y natural, regocijan cada paso de mi bastón, cada preludio que se abre ante mí.
Todo se remarca en tono fresa azulada no siempre, en otra época fue gris-marrón, pero todo retorno a lo verdadero.