sábado, 15 de enero de 2011

ABANDONAR

Me enraizé al observar esos misterios sustentos que mi corazón  presentía.  Fue  verla  y sucumbir, pensarlo  y romper, no pensar y distraer.
Jamás he sentido unos ojos tan perdidos , con aroma a jazmín  marchito,  una expresión de azabache  efímero. Su  expresión  me dejo helado, al igual que un árbol que impotente se ve perjurar en cuanta vida pierde, cuantas almas se refugian en su fortaleza, cuantos suspiros adormecería, cuantos lazos vería atar y romper en el paso de los tiempos, ecuánime momento en que el vil, acerado y maléfico metal acaba con tan bello ser.
La foto es  de  Peré  Ibañez

Ha sido verla en una ocasión, solo sentir su  extrema tristeza, aturdida, notablemente perdida, en esos ojos se desmelena  toda cordura. Sentí las puertas del Aqueronte  bañar mi momento de duda, al petrificar mi cuerpo. ¿como es posible albergar tanta tristeza en una mirada  que es capaz de secar las piedras y atormentar la bastedad poseidónica?