domingo, 13 de febrero de 2011

EL CALOR DE LOS ORIGENES

Me encuentro respirando, lo que en antaño fue infecundo, muerto, sin vida aparente, tierra de fuego, belleza innata de unos recuerdos remontados a épocas pasadas, a encuentros de murmullos, risas camufladas con olor a tomillo, albahaca y cilantro, que en súbito despertar sepulto de manera cruel, sin señas, sin decir -"ya voy"-oculto en belleza te transformas en tierra estéril, sin capacidad de recrearse en tu virtud y hoy día conformas sombras y desmanes que te embellecen y claudican miradas de todo pensamiento, tu belleza y tu muerte van cogidas de la mano, chispa de quebranto que asusta y fortalece el viento que arrecia las encinas, cobijo de pequeños e indefensos que alumbran tu belleza y desaforan el paso del día.
Toda esta sentir y pensamiento es caso de una vuelta a ese rincón  del mundo que me dio vida, una vida que ahora es más alegre, comedida de problemas, avateres y singularidades de cada momento.
Gracias  a ella he vuelto a sentir su fuego, he admirado su gran poder y quebrantado su espacio, he pisado su infecundo paseo y con sus extensas leguas de fuego, me he convertido en parte de su costumbre de permanecer inmutable, perecedera y dominadora, dominante de un fuego que es la pasión de verla y la fuerza de encontrarla.
Ella me ha dado una oportunidad de ser parte de algo que permanecía oculto, pero jamás olvidado.
Tal fatal medida sería que las personas perdiesen su identidad.
La belleza admirable de la isla de los Volcanes


Le envió una caricia alegre, un beso  desde el alma y una sonrisa limpia, G. para C.